La Hora Más Silenciosa 2.2β Repite tu nombre 300 veces seguidas y descubrirás que no tienes

Jerome David Salinger (1919 - 2010)

Anoche me enteré que Salinger ha muerto. Al menos ya estamos a 29, sólo quedan 2 días más para terminar este enero de olvido (primero Lhasa, Haití, y ahora Salinger).

Talvéz sea un prejuicio mío el que no me quepa en la cabeza que sea este el libro más elogiado de Salinger: la gran mayoría que elogia este libro ignora su significado instrínseco; se identifican con el estiercol con que está hecho este arte, no con el arte mismo. Lo extraño es que si realizamos una entrevista a cualquiera de estos fanáticos, una especie de inducción psicológica, terminarán por darse cuenta de que no saben, a ciéncia cierta, por qué les atrae el Guardián, o mejor dicho, no pueden ubicar el sentimiento que les provoca porque, como ya dije, no saben de arte (no es que hayan nacido inválidos, sino que, por diversas cuestiones, no han desarrollado tal habilidada buen grado).

 Sí, definitivamente es un prejuicio mío.

 He decidido habrir una sección en el blog de Frases Célebres de distintos personajes. Jerom David Salinger abrirá dicha sección.

 ¡Diablos! A la hora en que escribía la entrada de Lhasa escucho que Salvador Cabañas ha muerto...

 Era el único del América que no se le subió el orgullo. ¿Por qué siempre se van los buenos?...

 (Editado el 26/Enero/2010)

 ¡Qué mala onda! Por eso mejor prefiero a TV Azteca. Ayer, cuando escribí lo de arriba, ví en un canal de Televisa que estaban anunciando la muerte de Cabañas. Y bueno, resulta que no ha muerto, sigue vivo en el hospital. No sé cómo no les da verguenza dar falsas noticias. Comparo a Televisa con el gobierno de Zedillo para atrás, siempre buscando tener a todos en las manos. Claro que también se hacen cosas chuecas en los demás medios, pero en Televisa es el colmo.

 En fin, ni para que el club América se queje; es el mismo dueño...

 Esperemos que se recupere Cabañas.

 En cuestiones de música, yo no tengo ídolos... Los ídolos son para aquellos que tienen la autoestima por los suelos, o por las nubes.

Puedo decir que ha habido grandres artistas en la música; que Queen fue el más grande exponente del Rock; que The Beatles cambiaron el entorno social y musical como ninguna otra banda; que Pink Floyd es un proyecto monstruoso que sigue acaparando adeptos al día de hoy. Puedo decir que Jim Morrison y The Doors no pueden faltarme en un día de desahogos y excesos, al igual que Guns & Roses; que mi vida no sería la misma sin Lacrimosa; que un crepúsculo perdería su excelsitud sin Anabantha; que la música de Sopor Aeternus tiene algo ancestral que, exijo, debe ser aclarado. Puedo decir que José José es el intérprete más grande que ha tenido México; que Enrique Búnbury es aún más grande de solista, que con los Heroes. Puedo decir que Regina Spektor me aloca; que podría jurar que algún día conoceré a Brandi Carlile; que al día de hoy no me decido entre Bach y Mozart... Puedo decir mil cosas...

Si tuviera la autoestima baja; si tuviera la autoestima exacerbada, podría rendirle culto a Lhasa de Sela. Claro que no es mi caso, y el hubiera no existe.

 Lhasa es la artista que más sufrió haciendo música. No tuvo la fama de Britney Spears o Madonna, pues su arte era mucho más que un circo. No se escuchaba en la radio, ni la invitaban a MTV; su arte era como un vino de los más finos y añejos, que no cualquier catador sabía degustarlo. Quien sí apreciaba su música fueron los pocos que la escucharon cantar en vivo y a los que, como yo, les duele la vida.

 El 1º de Enero de este año, Lhasa de Sela dejó de existir. Perdió contra el cáncer de mama, el cual es el principal verdugo de la mujer de ahora. Aquí, en México, no escuché una sola noticia de su fallecimiento, pues aquí, en México, no se sabe de música. Me enteré por casualidad, 15 días después, en internet, andando buscando información sobrelos desiertos del mundo (lo que son las casualidades). Canadá y Francia le lloraron más que mi país.

Lhasa era hija de un padre mexicano y madre estadounidense. Su vida estuvo llena de viajes, como la de los pájaros. Según dijo ella alguna vez, siempre se consideró como un satélite que sabía que tenía una conexión con la Tierra, pero que en ningún momento estaban unidos. ¡Qué bendición, no estar rindiendo culto a ningúna bandera! Lhasa era lo que se puede decir un artista realmente libre (de todo prejuicio idiomático, patriotico, comercial, musical...) Vivió un tiempo en un circo francés, en el que interpretaba algunas de sus canciones, claramente inspiradas por aquél arte circense, alejada de toda futilidad vanidosa que tiene todo artista de hoy. Le cantó a la soledad, a la melancolía, al amor, al desamor, al olvido, a la alegría... Su primer disco fue totalmente en español, y curiosamente muchos europeos de habla ajena al español cantan sus canciones en este idioma (quizá sin saber qué dicen). Y es que cuando un artista canta con el alma en la mano... ¡A quién diablos le importa lo que diga la letra! De esta forma sembraba el interés por México, tal como lo hizo Carlos Castaneda en el ramo literario. Su segundo disco fue una mezcla de español, francés e inglés, y fue cuando los que la oyeron se dieron cuenta de que no se encontraban frente a cualquier cantante de plástico, sino frente a álguien que se convertiría en leyenda. Nadie imaginaba que solo le faltaría un disco por editar.

 No recuerdo ninguna otra muerte de algun artista que me haya provocado una tristeza y melancolía tan grande como la de Lhasa de Sela (si acaso Syd Barret). Es el único artista por el que he llorado. También puede que sea, escuchen lo que digo, puede que sea el único artista músical que haya logrado, en sus conciertos, una comunión tal con sus oyentes que los haya hecho llorar tan hipnótica y extrañamente. En este punto, todo lo que ha venido llamandose música, se antoja a intento de música.

 Aunque ni siquiera Lhasa de Sela es mi ídolo, puedo afirmar que es lo más parecido a ello; la mujer que hubiera escogido de entre mil millones para pasar el resto de lavida juntos. No sé si algún día conozca a alguien que me haga sentir como ella lo hizo y lo sigue haciendo con su música.

 Maldito cáncer...

 Hace pocos días publiqué un relato de terror en un concurso literario. El problema fue el título; escogí uno que a mi parecer era bueno, pero que al acordarme que había una saga de películas con el mismo nombre... tuve que cambiarlo.

 El título que escogí primero fue "Crepúsculo" , y juro que al momento de escribir el relato no estaba influenciado por la saga cinematográfica, que ni siquiera he visto. Me molesté un poco, ya que cuando vemos algún libro, película, disco musical, etc., con el mismo título de un producto populacho que está de moda a reventar, inconscientemente no nos atrae la atención; lo consideramos como una copia o un remake; y temía que éso mismo pasara con mi relato. Me acordé de un artículo que ví en el periódico, en el que Pink cambió el nombre de su gira deconciertos (el cual era "Circus") porque ese mismo nombre lo acababa de escoger Britney Spears para su nuevo disco. Obviamente que el público tiende a comparar todo, y Pink no quería éso. Álgo así me sucedió a mí, sólo que yo no estoy en contra de Stephenie Meyer (la autora de Twilight), sino más bien estoy en contra de la insulsa influencia que la saga de cine ha hecho con todos sus seguidores. Me basta con ver pequeños cortos de las películas para saber que no es más que una obra comercial de plástico para ganar muchos dólares. ¡Ahora cualquier diablo sabe de vampiros!

 En fin, escogí el título de "La Hora Crepuscular". Si desean leer el relato pulsen aquí.