El Guardián Entre el Centeno

Escrito por Hazlo Fácil | Etiquetas: , , | Posted On jueves, 4 de diciembre de 2008 at 12:41 p. m.

The Catcher in the Rye (1951)

Hay libros (muy pocos) que están escritos para todo tipo de público; pero que, extráñamente, son entendidos por muy pocas personas. Éste es uno de ellos. Se ha dicho mucho sobre El Guardián Entre el Centeno: desde que es un libro banal, del que no se le puede sacar ningún provecho, hasta llegarse a afirmar que existe dentro de él un misterioso código, el cual insita subliminalmente a la violencia. Es un libro de culto, sobrevalorado y, a la vez, infravalorado que trataré de desnudar a continuación.

Holden Caulfield (el protagonista) es un chico de dieciséis años que ha sido expulsado en tres ocacaciones de tres distintas instituciones pre-universitarias por razones disciplinales. Se escapa de Pencey Prep, su última escuela, tres semanas antes de que terminen las clases, para vagar por la ciudad de Nueva York, antes de llegar a casa, la cual también está situada en la Gran Manzana. No sabe qué hacer con su vida en esos momentos. Le repudia todo: las reglas impuestas por las escuela, la hipocresía de la gente, la dichosa moral e, incluso, el cine. Es el típico adolescente inadaptado de dieciséis años que lo único que se le augura es una vida de delincuencia y vicios. Pero, para desilución de David Chapman (asesino de Lennon), John Hinckley, Jr. (quien atentó contra la vida de Ronald Reagan) y demás inadaptados sociales obsesionados con el libro de Salinger, Holden es una persona súmamente noble y sin rencores de ningún tipo, que no llegaría nunca a convertirse en un asesino. De hecho, sólo se ha peleado a golpes en dos ocaciones, y en las dos ha perdido. Es débil físicamente, no le gustan las discusiones, no se aprovecha de nadie... Incluso, aborrece que dañen (física o sentimentalmente) a los demás; como lo muestra cuando, en la clase de Expresión Oral, a un tal Richard Kinsella, lo reprimía todo el salón (incluído el profesor) por "irse por las ramas" al tratar de contar metódicamente un relato:
"Pero había uno que se llamaba Richard Kinsella y que siempre se iba por las nubes. Le gritaban «Digresión» todo el tiempo. Me daba muchísima pena porque, para empezar, era un tipo muy nervioso, pero mucho, de esos que en cuanto les toca hablar empiezan a temblarles los labios. Si uno estaba sentado un poco atrás, ni siquiera le oía. Para mi gusto era el mejor de la clase..."

No es, pues, un chico "malvado" que sólo le interesa él mismo. Se podría resumir que es simplemente alguien a quien la falsedad del mundo le desaníma demasiado. Nada que ver con los llamados "rebeldes sin causa".

Pero ¿por qué éste libro causa tanto interés? En primer lugar, habla sin tantos tapujos (aunque, sin demasiado énfasis) sobre drogas, sexo, prostitución y alcohol. Algo que, para la época en que fué publicado (1951), resultó un tanto ofensivo para público puritano. También le llama mucho la atención al vulgo, que sea el libro de cabecera de varios delincuentes famosos (D. Chapman es el más sobresaliente de ellos). Este último dato se debe, sólamente, a que el protagonista es falsamente catalogado por un individuo resentido con la sociedad; una especie de héroe o claro testimonio de esa mala vida que llevan las personas resentidas e inadaptadas (cualquier inadaptado se sintiría identificado con esta errónea idea). La forma en que está redactado es muy fiel a la manera en que piensa un adolescente. Divaga demasiado en cosas banales, hay infinidad de interjecciones, palabras "vulgares" y no lleva un guión bien definido. Yo diría que carece totalmente de guión. Ésta es la forma de pensar y de vivir de un chico adolescente común: no hay método a seguir. Es obvio que atraiga más a adolescentes que a adultos maduros. Como también es obvio que la muchos de esos adolescentes sean unos "rebeldes sin causa". Me atrevería a decir, sin temor a equivocarme, que para muchos individuos, ha sido el primer libro que han leído por cuenta propia. Con ésto quiero decir que El Guardián Entre el Centeno es un libro que "pesca" individuos que no leen y los interesa en la literatura (he aquí la importancia de tenerlo como lectura obligatoria en algúnos países).

Antes de leer el libro, pensé que me iba a encontrar con asesinatos, orgías sexuales, borracheras, peleas, etc. (por eso de la fama de ser un libro "peligroso"). Me sorprendió saber que es todo lo contrario: Holden Caulfield es un amante de la paz. No se espante nadie si digo que Holden es un niño cursi y tierno. Quien ame a este libro porque, según él/ella, es para gente "ruda", sin lugar a dudas, ha de tener en su librero títulos como Caperucita Roja o Pinocho. Y esque El Guardián Entre el Centeno es profundamente sentimental, tierno y nada rudo.

"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura."

No es ésta, para nada, una idea estúpida, producto de una pueril mentalidad adolescente. Es algo que Salinger camuflajea magistralmente. Holden Caulfield quiere seguir siendo niño. Quiere seguir jugando entre el centeno (ser niño) y evitar que uno cruce ese precipicio incierto (la edad adulta). Tampoco quiere que los demás caigan, (su repugnancia a la falsedad de los adultos) sobre todo su pequeña hermana Phoebe. Cuando uno deja de ser niño; cuando uno deja de reír por cualquier cosa; de ser natural al cien por ciento sin sufrir por ello; cuando uno deja de ser, es cuando la vida se vuelve difícil, metódica, sistemática, mentirosa, obligatoria. Y Holden no quiere que la vida se le vuelva difícil ni a él, ni a los demás (niños). Ésa es su súplica y su coraje. Es cierto que miente mucho; pero sus mentirillas no son nada comparadas con la falsedad del mundo. Su mentir es más bien un sarcasmo sátiro hacia la sociedad, una forma de burla. Repito, nada que ver con los rebeldes sin causa.

Quiero hablar un
poco de Jerome David Salinger. Considero imprescindible hablar de la vida del autor, para describir su obra. J. D. Salinger nace en Nueva York, E.U., el 1 de enero de 1919. Antes de verse obligado a luchar en la Segunda Guerra Mundial, escribía relatos cortos en revistas de su ciudad. En la guerra experimentó cosas terribles que lo marcaron de por vida (y que en su obra se puede apreciar). Publicó cuatro obras dignas de leerse:
  • El Guardián Entre el Centeno (1951)
  • Nueve Cuentos (1953)
  • Franny y Zooey (1961)
  • Levantad, Carpinteros, la Viga del Tejado y Seymour: Una Introducción (1963)

Después de el arrollador éxito del Guardián... y sus Nueve Cuentos (éste último, a mi gusto, la mejor obra de Salinger), se retira a vivir como ermitaño a New Hampshire, donde, se rumora, suele correr a escopetazos a todo aquél que trate de acercársele con fines periodísticos.

Es, pues, un tipo extraño; hasta cierto punto, amargado. Pero en el fondo, realmente es muy sentimental. Se dice que se inspiró en experiencias personales de su adolescencia cuando escribió la novela corta que estamos tratando. Si fué asi, me parece que fué muy travieso de su parte. Camuflajear una personalidad tierna y sensible tras una supuesta rebeldía y rudeza, me parece de lo más difícil y peligroso. Pero lo consigue. La prueba está en que la mayoría de los lectores se tragan esa idea de que Holden es un tipo rebelde sin causa, cuando en realidad es todo lo contrario, como ya expliqué. Aún asi, Salinger no se sonrojaría de leerme (como lo harían aquellos tipos rudos amantes del Guardián...), pues creo que en última instancia, ése es el propósito de Salinger: transmitir para los pocos esa excelsitud escondida entre nimiedades. Se ha de partir de la risa cuando lee esas estúpidas opiniones que aseguran que su libro incita a matar. No hay en modo algúno, ningún mensaje de violencia; sino un mensaje de seguir siendo niños y dejar de lado la hipocresía y banalidad del atareado mundo adulto, con todas sus modas, idealismos y guerras mundiales. O como diría Holden:

"A todos los que vinieran a visitarme (a su anhelada cabaña en el oeste) les pondría una condición. No hacer nada que no fuera sincero. Si no, tendrían que irse a otra parte."

Asi de sencillo. Salinger nos invita a ser espontáneos, y dejar de lado el sesudo razonamiento que nada tiene que ver con la esencia humana. Como cuando Holden le entregó a Ward Stradlater (compañero de cuarto en Pencey) el trabajo encomendado, en el cual había descrito un simple guante de béisbol que había sido de su hermanito fallecido (Allie). Stradlater se molestó, pues esperaba algo más "abstracto". Holden se sintió ofendido y rompió el papel. Después su compañero le sacó sangre de la nariz a golpes, supuestamente por una discusión sobre si Stradlater había tenido sexo con Jean Gallaher (amiga de Holden de la infancia); cuando realmente, eso no le interesaba un comino, sino que el pleito fué incitado por el menosprecio de Stradlater hacia su descripción del peculiar guante de beisbol de su hermano.

En fin. Esos tres días en la vida de Holden es un lamento que lanza hacia la sociedad. Una forma de regresarle el cumplido: "Sociedad, no tienes remedio...". Es también, una búsqueda individual del personaje. Vagando en las calles de Nueva York, Holden no hace más que tratar de comprender el mundo adulto; de saber hacia adónde ir y cómo actuar cuando uno llega a la "edad adulta" y se niega a abandonar su inocente niñez. O como preguntaría el propio Caulfield:

"Esos patos del lago que hay cerca de Central Park South... Sabe qué lago le digo, ¿verdad? ¿Sabe usted por casualidad adónde van cuando el agua se hiela? ¿Tiene usted alguna idea de dónde se meten?"...

..."¿Viene alguien a llevárselos a alguna parte en un camión, o se van ellos por su cuenta al sur, o qué hacen?"

Y es trizte ver que nadie le puede dar una respuesta satisfactoria; que le respondan:

"¿Cómo quiere que lo sepa? -me dijo-. ¿Cómo quiere que sepa yo una estupidez semejante?"

¡Qué filosofía transpira Salinger con eso de los patos! Se necesita ser niño para comprender esas "nimiedades".

Termino con una recomendación de Caulfield, donde Salinger nos abre su corazón y sus recuerdos:

"No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo."

(Realmente hay que saber leer para entender al Guardián...).

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